Desde la terraza de Les Galeries Lafayette, la vista sobre la ciudad de Toulouse es sorprendente. Después de largas jornadas de pródigos recorridos, subir hasta aquí, sentarse, acompañarse de un té verde Kusmi y contemplar como a la caída del sol, los rayos acarician suavemente los tejados, es regalarse un instante mágico que retendrán las pupilas durante semanas.
La vista salta de edificio en edificio, de tejado rojo en tejado rojo una y otra vez hasta toparse con torres distinguidas y campanarios emblemáticos. Son los monumentos más representativos de la cuidad: le
Donjon du Capitole, le
couvent des Jacobins, la
Basilique de St. Sernin, le
musée des Agustins, la
cathédrale de St. Étienne. Desde estas alturas, podríamos decir que es como si cada uno de ellos pretendiera elevar hacia el cielo su singularidad y ejemplificar con ello esa mezcolanza que es característica de la ciudad.
Desde lo alto, también podemos seguir el serpenteante trazado de sus calles que tantas veces hemos recorrido y que nos han llevado a descubrir encantadores rincones de la ciudad; o los
mercados des Carmes y de Victor Hugo rodeados de simpáticos restaurantes en los que se puede degustar alguna de las exquisiteces culinarias de la región:
foie gras,
cassulet,
quesos,
embutidos,… todo ello regado con un buen vino du Sud-Ouest; o a percatarnos de que Toulouse es la ciudad de las violetas: souvenirs, perfumería, repostería, miel, tés, mostazas, mermeladas, licores, siropes,... todos, con esencia de violeta.
Mucho más allá, la vista intuye
La Garonne, el gran Garona, la señorial cúpula de
La Grave es desde aquí la referencia. El río corresponde a la ciudad como correponden sus rojos ladrillos. Los tulusanos se acercan a sus márgenes buscando el frescor que se desprende de su caudaloso cauce para aliviar los rigores del calor de estas tardes de verano. Es agradable sentir la ligera humedad del césped, descansar en alguna de sus tumbonas, charlar, leer frente a sus aguas o mirar como los más jóvenes aprovechan la bonanza de la estación para disfrutar de juegos al aire libre. Al caer la tarde, estas mismas orillas se llenan de paseantes.
No obstante, para aquellos que prefieran aguas menos bravías, Toulouse cuenta con otra vía fluvial, El
Canal du Midi, que ha sido
declarado por la Unesco, Patrimonio de la Humanidad.
De vuelta a nuestro té, nos damos cuenta de que abajo, el bullicio ha ido aumentando y recordamos que estamos en pleno centro y que a esta hora es aquí donde se cruzan los tulusanos, para quienes la jornada se ha acabado, con los turistas que buscan una tranquila terraza donde reposar su cuerpo después de todo el día de visitas y de deambular por las
bellas calles de la Ville Rose. Ha llegado la hora de reponer fuerzas. Es, en este momento, en el que las cálidas y temblorosas luces de la velas alumbran las mesas de los restaurantes de las mil y una placitas que salpican los rincones de la ciudad o que rodean la impresionante
plaza du Capitol que, a modo de ágora, invita a todos los paseantes a hacer allí un último descanso y charlar, de forma distendida, de los pormenores de la jornada que termina. La
Croix de L'Occitane,
la croix de Toulouse, en bronce pulido, que se extiende en el suelo, recuerda que Toulouse es una ciudad de acogida, donde todo aquel que hasta ella se llega, es bien recibido.
Gracias por este viaje a Atout France, Midi-Pyrénées y Rail Europe.
Covadonga Vicente