París mon amour, 20 años después

Desde el año 2011, Francia celebra la Fiesta de la Gastronomía durante el mes de septiembre. Un evento que celebramos en nuestra web www.france.fr y en nuestra página Facebook Turismo de Francia en España con sabrosos premios. Así Rebeca ha ganado el gran premio de la Fiesta de la gastronomía: ¡Un viaje a París para 2 personas! 

Rebeca, la ganadora de nuestro concurso 
Podríamos decir que me crié en París. Que a pesar de ser mitad suiza, mitad española, gran parte de mi corazón pertenece a esa bella ciudad. Así que cuando me enteré de que había ganado el concurso "Fiesta de la Gastronomía en Francia" y que el premio era un viaje a París, me invadió la alegría, porque por fin iba a volver, 20 años después.
Y así fue. El viernes 26 de octubre por la tarde mi marido Rubén y yo llegamos al estupendo hotel ofrecido por Blink, en pleno Montparnasse, un barrio céntrico y magníficamente situado a la hora de moverse por París.
El famoso "steack tartare"
He de puntualizar que el 29 de octubre iba a ser nuestro aniversario y que, casualidades de la vida, ¡Rubén y yo nos habíamos conocido en París! Esa noche cenamos en un bistrot que fue un auténtico descubrimiento, "Le septième vin", frente a la Escuela Militar, donde nos atendieron de maravilla y cenamos como reyes: una docena de excelentes ostras bretonas seguidas de un steak tartare para Rubén y un magret de pato con puré casero para mí, sin olvidar el inevitable plato de quesos de postre... ¡Adiós a mi régimen!


Al día siguiente, dedicamos la mañana a hacer una pequeña peregrinación por el que había sido mi barrio durante 13 años, el distrito 7 o "septième" como se dice en francés. Mi liceo, Victor Duruy, en el boulevard des Invalides, mi casa, en la rue de Grenelle...,el que fue el bar de los padres de Magali, mi gran amiga desde hace 43 años, situado un poco más arriba en la misma calle, la explanada de los Inválidos..., donde paseaba a mi querido perro Emir, y luego, al otro lado de dicha explanada, la rue Cler, con su mercado y sus innumerables tiendas, el hotel donde se alojaba mi marido cuando lo conocí (en un viaje de Tuna), los restaurantes a los que solía ir con mis padres...
Tantos y tantos recuerdos que prácticamente solté una lágrima en cada esquina. Y llegamos al bistrot La Terrasse, donde Rubén tocaba con la Tuna y en el que habíamos quedado con Véronique, mi otra gran amiga, y su marido Mathieu. ¡Y otra vez a llorar de alegría! 

"Moules frites"
Después del tradicional Kir de aperitivo, compartimos un "moules frites", mejillones de roca en salsa con patatas fritas que están para chuparse los dedos...,y de segundo cada uno se pidió uno de los deliciosos platos que el restaurante tiene en su carta. Todo ello regado con un delicioso "rosé", tan de moda ahora en Francia, y desde una mesa en el salón del primer piso, divisando la Escuela Militar y adivinando la Torre Eiffel...

Pero como todo no puede ser comer y beber, por mucho que Francia tenga que ofrecer, se impuso un paseo por los Campos Elíseos. Cuánta gente, cuántas tiendas de lujo, cuánto glamour...

Los Campos Elíseos
Un poco más tarde nos reunimos con mi amiga Magali en el barrio de Saint-Michel, testigo de mi juventud. A Magali hacía 5 años que no la veía, ¡así que a llorar otra vez!
Rebeca y su amiga
Paseamos por el barrio, el popularmente llamado "Boul´Mich", por Saint-Germain, nos acercamos a la orilla del Sena para ver la majestuosa Notre-Dame, pero hacía tanto frío que tuvimos que refugiarnos en un café para entrar en calor.

Rebeca y Rubén
Después cenamos todos en el "Bouillon Racine", un restaurante clasificado como monumento histórico y que es un regalo tanto para la vista como para el estómago.

¡Una buena mesa en París!
Flan de buey de mar con mousse de salmón ahumado, una sopa de cebolla de caerse de espaldas, un pot au feu de lo más auténtico, un exquisito "gratin dauphinois", por sólo mencionar algunos de los espectaculares platos que probamos.


Creo que estuvimos algo así como tres horas disfrutando de la cena y de la compañía. Pero como todos teníamos que coger el "Último metro en París", la noche no pudo prolongarse más y tuvimos que despedirnos, ¡entre lágrimas claro!

A la mañana siguiente, nuestro último día en París, decidimos ir a contemplar la ciudad desde las escaleras del Sagrado Corazón, en Montmartre. Y no faltó la anécdota: cuando nos bajamos en la estación de metro Abesses, vimos que se podía elegir entre un ascensor o escaleras para subir a la superficie. ¿Coger el ascensor? ¡Eso es para vagos! Pues no, ¡error! Cuando vislumbramos la luz del día, ¡estábamos más muertos que vivos! ¡Nunca más volveré a decir que el metro de Madrid está en el infierno! ¡Y aún quedaban las escaleras que llevan al Sacré-Coeur!

En Montmartre
Lo mejor de todo casi vino después, cuando tomamos un vino caliente en un bar de los de toda la vida, alejado del bullicio y del gentío, un bar con sabor al París popular, al París de Edith Piaf, ¡cuya foto, por cierto, dominaba la barra!
A continuación volvimos a Montparnasse, donde teníamos pensado comer antes de coger el bus hacia el aeropuerto. De camino, paramos en la iglesia de La Madeleine, que Rubén no conocía y que es digna de ver.

Una vez en Montparnasse, comimos en una bonita Brasserie (con el doble de Johnny Hallyday en la barra, por cierto): caracoles "bourguignonne" para Rubén, ensalada de salmón ahumado sobre un lecho de patatas paja para mí y, de segundo, un suculento confit para él y un espectacular magret de pato para mí.



Esta vez fuimos buenos, sólo nos pedimos un "pichet" de rosé; no es que fuéramos a conducir, pero en fin, que había que viajar.


Y llegó la hora de partir. Qué cortito se nos había hecho... ¡Pero qué intenso había sido! Creo que aprovechamos al máximo nuestra estancia, tanto en cuanto a lugares visitados como a manjares disfrutados. Sin olvidar, por supuesto, las maravillosas horas pasadas con los estupendos amigos que tenemos allí. Durante el trayecto al aeropuerto, intentamos grabar más imágenes de París en nuestras retinas, nuestro querido París que no sabemos cuándo vamos a poder volver a ver. Pero será pronto.

© Fotos de Rebeca

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1 comentario:

Anónimo dijo...

Que bonito, gracias por hacernos viajar a traves de vosotros