Esencia mediterránea

Os proponemos descubrir el relato de Elena, ganadora del juego-concurso "Destino Marsella, Capital Europea de la Cultura 2013" que organizamos el mes de diciembre pasado en nuestra página Facebook, junto con Iberia regional Air Nostrum, el Hotel Mercure Centre Vieux Port y la Oficina de Turismo de Marsella


Marsella tiene una historia de más de 2.500 años y sólo por eso merece la pena conocerla. Francia tiene ciudades de obligada visita para conocer (y disfrutar) la cultura mediterránea y Marsella es la mejor de todas. Cultura mediterránea en la gastronomía, cultura en los monumentos, cultura en las calles y cultura en las gentes. Porque hablar de cultura es hablar de mezcla, de unión y de convivencia durante siglos; hablar de cultura es hablar de muchas culturas. Y Marsella, es en este sentido, la ciudad más cultural.

Precisamente para comprobarlo de primera mano, mi familia y yo nos sumergimos el último fin de semana del año en la Marsella Capital Europea de la cultura 2013. Gracias a un concurso en el Facebook de Turismo de Francia en España, pudimos vivir, sentir y sobre todo, disfrutar de la segunda ciudad de Francia,  pero sin duda, la primera en nuestros corazones.

A una hora y media de vuelo desde Madrid con Iberia Regional Air Nostrum, Massalia como la denominaron los marineros focenses hacia el 600 a.C., está dispuesta a mostrarte sus encantos… Teníamos apenas dos días para intentar abarcar una ciudad milenaria y, por supuesto, no conseguimos verlo todo, pero tenemos la excusa perfecta para volver.

El primero de estos encantos es el gastronómico. ¿Sabes lo que es "la bouillabaisse"?
La bullabesa, es el plato típico de Marsella y consta de una sopa de pescado de roca, que debes acompañar de pequeñas rebanadas de pan untadas con una salsa especial llamada rouille, y después un plato de pescado preparado completo. Es cierto  que es un plato para estómagos agradecidos, pero no puedes dejar de probarlo. Nosotros optamos por degustar nuestra "bouillabaisse" en el Vieux-Port (Viejo Puerto) en el restaurante Miramar, uno de los locales que velan por mantener la tradición de la “vraie bouillabaisse".


Al día siguiente, y después de descansar confortablemente en el Hotel Mercure Centre Vieux Port que nos reservó Turismo de Francia. La Oficina de Turismo de Marsella nos regalo una tarjeta turítstica "City Pass Marsella" para descubrir los grandes sitios y monumentos de la Capital Europea de la Cultura gracias a un forfait "Todo incluido". Nos preparamos para una jornada algo lluviosa que nos impidió coger el barco para ir a visitar el Château d’ If y conocer de primera mano la leyenda del Conde de Montecristo, pero no importó. Marsella tiene muchas cosas en tierra firme que no debemos dejar pasar.

La primera de ellas, La Basílica Notre-Dame de la Garde, "la Bonne Mère" como dicen los marselleses. En lo alto de la colina, y visible desde la carretera de acceso a la ciudad, la Virgen vigila y protege con cariño la ciudad. De la bóveda de la basílica cuelgan exvotos de embarcaciones y cientos de ofrendas de personas que agradecen una concesión de la Bonne Mère. La visita a la basílica es obligada: primero, por su belleza y segundo, por las vistas impresionantes que ofrece de la ciudad desde lo alto. Además, la ciudad ha previsto soluciones para los visitantes preocupados por la (dura) subida de la colina.

Os recomiendo coger el tren turístico de Notre-Dame de la Garde (petit train) que recorre el borde del mar, y “trepa” hasta llegar a los pies de Notre-Dame de la Garde. El trayecto dura unos 30 minutos, tiene explicación en varios idiomas,  permite ver la zona costera de la ciudad y disfrutar de las vistas de los dos fuertes que custodian la entrada al  puerto,  la isla de If y las nuevas construcciones realizadas con motivo de la capitalidad europea de la cultura, el MuCem (Museo de la Civilizaciones Europeas y del Mediterráneo) y la Villa Méditerranée.  


De vuelta abajo, con el trenecito, era la hora de reponer fuerzas y siguiendo las recomendaciones  de algunos amigos, nos adentramos en el famoso barrio del Panier (la cesta en francés), el barrio más antiguo de Marsella y el que, en mi opinión, es el que mejor define la esencia mediterránea de la ciudad
Para comer optamos por probar las mejores pizzas de la ciudad en Chez Étienne, hechas al horno de leña y acompañadas de una botella del buen vino de la región.

Después, recorrimos el barrio, con sus callejuelas empinadas, torcidas y estrechas, bajamos al Vieux-Port y nos dispusimos a subir la Canebière, la arteria comercial (y de nuevo, cultural) de Marsella.
¡Atención! Marsella es una ciudad para andar, andar y andar y disfrutar. Tiene un sistema de transporte público muy bien organizado (metro, tranvía, buses…), pero merece la pena hacerse con un buen par de zapatos para detenerse y entender sus detalles.

Al día siguiente, el último, lo aprovechamos para volver al Panier y desde ahí unir, andando, la historia pasada, presente y futura de la ciudad. El trayecto empieza en el Vieux Port, justo al lado del Ayuntamiento y del “Espacio M”, en el que puedes observar la historia y evolución de la ciudad. Desde ahí sube para encontrarte con el campanario de la Iglesia des Accoules, el último vestigio de una de la iglesias más antiguas de Marsella que data del siglo XIV, pero cuya base parte de principios del siglo XI. Callejeando llegas hasta la place de Lenche, con vistas sobre el puerto y lugar en el que probablemente se encontraba el antiguo agora griega. Al lado, imponente, está la Vieille Charité, un antiguo hospicio construido en el siglo XVII que hoy acoge el Museo de  Arqueología Mediterránea y exposiciones temporales.


 De vuelta al borde del mar, nos acoge la Basílica de Santa María la Mayor o la Major a secas: es la Catedral de Marsella. Es un imponente edificio del siglo XIX, de estilo románico-bizantino (al igual que la Basílica de Notre-Dame de la Garde) que los marselleses llaman cariñosamente “el pijama” por sus paredes de rayas. Girando la vista, nos trasladamos a la Marsella del siglo XXI, con el MuCem que conecta con la Marsella histórica del fuerte de San Juan a través de una impresionante pasarela, y el espacio cultural Villa Mediterranée.


Para relajarse, pasear  y descansar después de las subidas y bajadas por Marsella, y después de reponer fuerzas con un buen pescado en el puerto, cogimos el pequeño tranvía que atraviesa la Canebière para pasear y disfrutrar del sol en el Palais Longchamp, repleto de zonas verdes y que hoy acoge el Museo de Historia Natural y el Museo de Bellas Artes.


Nuestra escapada a Marsellesa terminó con una última visita al puerto y una mirada a Notre-Dame,  prometiéndole volver porque no hemos podido verlo todo.
Marsella es una ciudad muy grande, en todos los sentidos, y seguirá siendo pura esencia mediterránea, pura cultura mediterránea. 

©  Todas las fotos son de nuestra ganadora.

¡Muchas gracias por este detallado relato y tus valiosas recomendaciones Elena! Entre cultura y gastronomía,  nos ha encantado seguir tus pasos por Marsella. 

Para seguir visitando Marsella, os recomendamos nuestro especial Rendez-vous en Marsella>>  ¡Y si  estás convencido reserva ya tu vuelo con Air Nostrum desde Madrid!

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